miércoles, 21 de agosto de 2013

Más de petróleo

Hoy con Aristegui estuvieron la Paca y Manuel Barttlet (y algún panista bisoño) peleándose sobre el asunto de las reformas propuestas para aprovechar mejor a Pemex o regalársela a la Exxon, Shell y Halliburton.

Los tres montados en su macho, por supuesto: Labastida quejándose del nacionalismo, Barttlet satanizando (personalmente opino que con razón) a la iniciativa privada mexicana y extranjera, y el panista hablando de modernizar por modernizar, esgrimiendo datos medio extraños sobre las bondades del libre mercado.

Pueden decir lo que quieran de Manuel Barttlet y su pasado cómplice dentro de los gobiernos priístas. Él es, después de todo, uno de los dinosaurios sobrevivientes de la vieja guardia tricolor.

pero puso sobre la mesa algo que se nos había olvidado.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

El tratado de libre comercio obliga a los gobiernos suscritos a abrir sus mercados sin límites, permitir sin aranceles especiales la circulación de mercancías producidas en los mercados de los tres países. Este tratado tiene, por supuesto, casos especiales, y en México la energía y el petróleo son de esos casos, los cuales se mantendrían bajo la tutela del gobierno mexicano.

Pero si se modifican los artículos 27 y 28 de la Constitución, en los cuales se define la propiedad del estado mexicano sobre las reservas petroleras y la producción de energía, toda la actividad económica relacionada con estos sectores estarán sujetos al Tratado de Libre Comercio.

Esto significa que las empresas estadunidenses y canadienses tendrán derecho a trabajar en México. No se tratará de una cuestión de "tal vez", será una cosa de "tienen todo el derecho", pues el tratado de 1994 se los da.

Ustedes dirán, "bueno, la competencia siempre es buena", y en principio, es muy cierto. Por ejemplo, en la capital de San Luis Potosí, hasta hace algunos años (no se si aún operen de esa forma) sólo una empresa tenía permiso de instalar sistemas de televisión por cable. Cobraban mucho, su calidad era poco menos que mediocre y su servicio al cliente era bastante malito fuera de las zonas "adineradas".

En cambio, en Rioverde, haciendo uso de un amparo contra monopolios, dos empresas se establecieron para dar el servicio, lo que hizo que el precio bajara (en ocasiones un tercio del costo en la capital), se pelearan por atraer clientes e incluso impulsó la creación y producción mediática local, pues los canales locales, que normalmente son un chiste en los sistemas de cable, casi un mero trámite, se volvieron parte del atractivo de cada uno de los sistemas de cable.

El problema aquí es que la televisión por cable, a pesar de su importancia en la posible formación de ciudadanos críticos, no es un tema estratégico.

El petróleo, la electricidad y todo lo que depende de estos dos sectores, sí lo es. Como dije antes, todo se mueve con petróleo, su costo afecta cada parte de nuesra economía, al igual que la electricidad, indirectamente relacionada.

¿Quieren que algo tan importante para la sobrevivencia quede en manos de empresarios que han demostrado consistentemente que sólo su ganancia les importa?

Por eso se nacionalizaron ambas industrias en su momento, porque las empresas transnacionales intervenían incluso en la vida política del país, obteniendo concesiones a modo, alterando leyes secundarias a contentillo de sus intereses, incluso fomentando movimientos separatistas para asegurarse la máxima ganancia.

Se les olvida, por ejemplo, que antes de la expropiación de 1938, varias compañías estadunidenses patrocinaron un movimiento separatista en la huasteca, al ver que los gobiernos salidos de la revolución, y necesitados de integrar a los obreros a sus filas, apoyaron la formación de uniones sindicales y el establecimiento de prestaciones legales. Quisieron "independizar" la región de la Huasteca del resto de México, arguyendo que tanto Estados Unidos como Inglaterra contaban con nutridas colonias en la zona.

Mucho de ese asunto se enterró con la expropiación. Pero esas mismas empresas aún existen, pese a las crisis y el tiempo, cambiando simplemente de nombre y de manos. Halliburton es lo que queda de "El Águila", o al menos de lo que se pagó por sus propiedades, y Shell y Exxon son herederas indirectas de Huasteca Oil Company.

Son esas empresas las que se frotan las manos con una eventual reforma a la constitución.

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