martes, 21 de enero de 2014

Levantones, Autodefensas y cantantes varios

Hace ya más de 15 años, murió en la Ciudad de México Paco Stanley, asesinado por sus nexos con grupos de narcotraficantes. En su momento, fue un crimen de alto impacto debido a su fuerte presencia mediática, y por eso mismo, relacionarlo con el narco fue considerado por muchos  como una especie de "justificación".

"En algo andaba", dirían algunos políticos.

La relación entre la farándula y los grupos delictivos y políticos mexicanos no es nueva. Rafael Loret de Mola ha documentado y revelado muchas de esas conexiones, donde "artistas" sirven de prestanombres tanto a funcionarios como a criminales para lavar el dinero producto de sus tropelías. Afirma don Rafa, por ejemplo, que las "estrellas" bajan en popularidad o presencia en la televisión dependiendo de su posición entre los cárteles de la droga.

Prueba de esto, dice, es el modo en que muchos de esos "famosos" se van del país acompasados con los cambios sexenales, es una suerte de autoexilio, mientras el cártel al que sirven vuelve a tomar las riendas del poder. Jaime Camil, Laura León, Gloria Trevi, son sólo algunos de los actores y/o artistas señalados por él.

Por eso la muerte de un aspirante a esas alturas de la fama, Gibrán, y las extrañas circunstancias en que falleció, no dejan de llamar la atención.

Primero, el joven es arrestado por policías estatales veracruzanos durante una fiesta. Se lo llevan junto con otros individuos que, al parecer, eran el objetivo de los agentes. Todo, hasta ese momento, no sería sino un "lamentable error", la clásica situación en que alguien es arrestado por estar cerca de quienes son detenidos.

Pero luego, el joven y otro de los detenidos aparecen muertos, con tiro de gracia, durante un supuesto enfrentamiento de los policías con un grupo de maleantes que también murieron. Caso casi cerrado, los dos jóvenes fueron secuestrados y asesinados por sus captores cuando se vieron rodeados por los heróicos oficiales.

Pero, ¿en qué momento fueron secuestrados?

Porque de que fueron detenidos por policías estatales, ya hay muchas pruebas y testigos que lo corroboran. El problema es que no hay registro de ellos como indiciados por algún delito o falta administrativa, en ninguno de los centros donde se lleva a los detenidos. Entonces, si no fueron llevados a los separos, ¿a dónde fueron?

Su destino final puede dar pistas al respecto. En cualquiera de las conjeturas, la única que parece lógica, y además alarmante, es que los mismos policías los entregaron a los secuestradores.

¿Sirvieron los policías a los secuestradores para "levantar" a sus futuras víctimas?

¿Fueron los mismos policías los que secuestraron y luego montaron un supuesto enfrentamiento cuando descubrieron que la muerte del joven sería notoria dada su presencia mediática?

Cualquiera de esas dos posibilidades es grave, porque está más que claro que el ciudadano común está indefenso ante la autoridad. Usted como ciudadano puede tener todos los derechos que la Constitución o la ONU manden, pero en ese momento y ese lugar, el soldado y el policía armado tienen potestad sobre su vida. Usted puede alegar lo que quiera, arguyir derechos o violaciones a las garantías individuales, pero ellos tienen las armas, y el poder, para matarlo, montar una escena y decirle a los medios que usted era una suerte de "gran capo", el "rey del krokodile", "el barón de la cerveza", o cualquier pintoresco título efectista, especialmente creado para las revistas de nota roja.

Ya pasó, varias veces de hecho. Uno de los más notorios, en 2011, cuando una pareja en Monterrey se encontró de pronto en medio de una balacera. Desesperados, quisieron huir pero fueron alcanzados por los disparos de los militares y delincuentes por igual. Al terminar el tiroteo, los soldados se acercaron al vehículo remataron a los inocentes (ella maestra) y les pusieron armas en las manos. En el parte oficial incluso bautizaron a la maestra como "La Gata", una peligrosa gatillera perteneciente a algún cártel de la droga que peleaba la plaza en ese momento.

Habría quedado así, de no ser porque la familia respingó y denunciaron la siembra de las armas, los amigos de la familia demostraron que ella no era "La Gata", y gracias a eso su nombre quedó más o menos limpio.

Pero ni sus asesinos fueron detenidos, ni se investigó más sobre el deceso. Se murió solita, como los pollos del niño Tizoc.

Ahora, al individuo este, Gibrán, aparte de haber hecho un circo con lo de su asesinato, donde primero los policías declaran una cosa y después otra, le resultaron fotos (convenientemente filtradas a medios con gran credibilidad) donde posa con armas y en la clásica actitud "bad ass" de los juniors mexicanos, presumiendo dinero, poder o ambos. Casi como si se pretendiera desacreditarlo para que la gente diga "que bueno que se murió, en algo andaba".

No le tengo la menor simpatía a los criados de Televisa, pero usar los medios para manipular opinión siempre enuncia que hay muchísimo más detrás del tema, y entre más fuerte sea el ruido, mayor es el personaje que lo está moviendo tras bambalinas.