lunes, 18 de abril de 2016

Mexicanos al grito de ¡VIOLENCIA!

Había ciertos "periodistas", que se quejaban diciendo que "¿por qué atacaban tanto al ejército por torturar pero aplaudían cuando los ciudadanos hacían justicia por propia mano matando y/o torturando delincuentes?".

A mi modo de ver, no es lo mismo qu
e la autoridad ejerza la violencia a que la use la gente sin poder. La violencia del estado sólo puede ser juzgada y castigada por el mismo estado, lo que garantiza impunidad, a pesar de lo que digan que se castiga a policías y soldados, ni siquiera sabemos los nombres y rostros de esos procesados, podrían decir y ni idea si en verdad purgaron su condena. Y ellos pueden desaparecerte por completo, llevarte, torturarte un par de días, llevar a tu familia y torturarla también, y desaparecerlos a todos. El día que el campo militar número 1 sea excavado por completo, aparecerán más craneos que en el templo mayor.

Y menos con este sistema carcelario, donde la mayoría de las cárceles son meras autocracias.

En cambio la violencia que sale de la gente, a veces legitimada por la flagrancia y otras deslegitimada por el prejuicio, no brota por accidente. Aparece porque se tiene la conciencia de que el estado, encargado por contrato social de proveer seguridad y certeza jurídica, no está cumpliendo con su parte, o cumple a medias sólo contra rivales políticos, empresariales o pandillas contrarias.

Todos vimos cómo dejaron a algunos narcotraficantes hechos carne molida cuando en lugar de detenerlos, se llegó a matarlos. Dichos cárteles respondieron como saben, ejecutando a las familias de los ejecutores. ¿Por qué? Porque se sabe de la discrecionalidad para llevar la ley, y que esos mismos que hoy "son enemigos", ayer eran socios moviendo drogas por todo el país, usando rutas aéreas, marítimas y carreteras, dejando su tajada tanto a federales como soldados y marinos.

¿Y quieren comparar a esos militares y federales con un montón de gente linchando a un ratero al que se atrapó en el acto?

Que no se hagan pendejos.

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