martes, 13 de agosto de 2013

De petróleo y otros cafés

Seamos claros en una cosa y concedamos razón:

Pemex necesita inversión privada, absolutamente cierto.

Pero arreglar un problema no implica sólo identificar la condición actual. Se debe dilucidar tambien la causa de dicho problema, desde sus orígenes variados, y no sólo en su cuestión operativa y económica, sino también política.

Podemos enumerarlas, pero sólo las condiciones locales porque la cuestión de los precios internacionales es demasiado complicada.

Mejor un ejemplo:

Usted tiene una huerta de naranjas, todos los años gana usted 1000 pesos en bruto, de los cuales necesita 200 pesos para salario de los pizcadores, 100 pesos para derechos de riego, 100 pesos para mantener su propio transporte, y 100 pesos más para ir comprando más terreno y poder aumentar la cosecha cada año.

Eso nos deja con 500 pesos de ganancia total para gastos de la familia. Escuela, casa, coche, algunas distracciones, etc..

Pero resulta que sus hijos le exigen más dinero, así que usted lo toma de los 500 pesos para operación. 100 pesos.

Ya no aumentó su terreno ese año.

Luego el líder de los pizcadores lo amenaza con que si no le da 100 pesos sólo para él los pizcadores se van a huelga

Ya no pudo mantener su propio transporte y ahora quienes vengan por la naranja le pagarán menos y ellos son los que tendrán ganancia al vender al comprador.

Y resulta que por no tener transporte ni aumentar el terreno, cada año se va agotando la tierra y disminuye la producción. Ya no son mil pesos de ingreso bruto, bajó a 800. pero los gastos son los mismos: 600 para la familia, 100 para los derechos de riego y tuvo que contratar sólo a la mitad de los pizcadores, pero el líder sigue exigiendo sus 100 pesos.

Ya se está gastando más de lo que se recupera. Es inviable.

Eso es exactamente lo que le está pasando a Pemex. Entre una dirigencia sindical que la sangra por los cuatro costados, un esquema fiscal que basa buena parte del gasto social nacional en el dinero que la empresa obtiene, no el que se gana, y los subcontratos de transporte y concesiones a ciertas familias afiliadas con el poder político de los tres partidos mayoritarios, Pémex ha perdido su capacidad operativa y productiva. Desde tiempos de Miguel de la Madrid se empezaron a cerrar refinerías por "motivos ecológicos", recuerdo que lo publicitaron como una mejora para el país, pero ero fue causando que poco a poco dejara de producirse gasolina en México. Ahora importamos una buena parte, y en el sobreprecio no está sólo el costo de producción, también va el costo del transporte, a veces a precios inflados para beneficiar a los grupos empresariales y "parientes de".

Y si ustedes creen que con no usar su carro se salvan del golpe se equivocan. TODO funciona con derivados del petróleo, TODO se mueve en camiones de diesel y camionetas de gasolina; cuando ustedes compran una lata de frijoles, están pagando el costo de la gasolina también, y no es poco. Si ustedes usan camión urbano, es igual, las tarifas suben con el diesel (y la corrupción, claro, pero no podrían escudarse en eso pretexto si no hubiera alzas).

Incluso la ropa de telas sintéticas, sus "toppers" de plástico para el lonche, todo lleva hidrocarburos, por tanto, todo se ve afectado por su precio, o por el precio que se decida ponerle.

Así que dejen de pensar que "mientras uno trabaje y saque adelante a su familia" es suficiente. Para empezar, un peso extra diario en cada producto se convierte en 10 pesos diarios, 70 pesos semanales de más, multiplicados por miembro familiar (digamos, 4) son 280 pesos extra.

Y su salario sólo subió algunos centavos este año, si le fue bien.

Así que séa un poco más crítico, y no repita las palabras que en los noticiarios dicen para justificar las nuevas reformas. Mire bien sus bolsillos, mire cuánto más tiene que trabajar, cuánto más debe dejar de ver a sus hijos para sacar el gasto de la semana, cuántas cosas de su infancia se está perdiendo, y peor aún, cuántos peligros se acercan más a ellos mientras que usted se aleja cada vez más.

La disolución social y familiar causa pobreza, y la pobreza causa disolución social y familiar. No es una cosa de "contagio", ni psicológico, ni una cuestión cultural, como muchos "analistas" afirman, que a los mexicanos nos gusta ser pobres para ser "puros".

El problema es que no se nos ha enseñado otra cosa. Entre un sistema educativo pésimo y una televisión enajenante, lo máximo a que puede aspirar alguien es a vivir en un barril y comer una torta de jamón como premio a ser "bueno y paciente".

Una burla ridícula a Diógenes, el primer cínico.

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